martes, 10 de febrero de 2009

Comportamiento

Nuestra clase ha sufrido una falta de respeto en la parte de los estudiantes por la mayoría del programa. Indira y yo, intentando a seguir con el currículo, hemos sido bloqueado a cada paso por algunos alumnos que simplemente no quieren quedarse después de las clases para una hora más de “escuela”-- una idea tan dolorosa (para algunos) que desafortunadamente la consideran una forma de tortura. Que lastima.

Durante el primer semestre intenté ser su amigo. Me servía bien para establecer amistades en algunos casos pero en general creo que hizo daño a la clase porque en vez de pedir firmemente a la clase entera que se dejara de charlar y que se prestara atención, me encontré caminando pupitre a pupitre haciendo la misma cosa pero individualmente con mucha repetición y poco eficaz.

Es un cambio de ambiente para mí. Estoy más acostumbrado a enseñar más estudiantes y con mucho más espacio (cafeterías que en esos momentos se dedicaban a programas de ajedrez) en lo cual los alumnos podían mover y estirar después de largos días en sillas con papeles, lápices y tareas. Al mismo tiempo, mis alumnos en este programa están acostumbrados de salir a correr, hacer ruido y tirar cosas a esa hora, no de asimilar más información y escuchar el discurso de una persona de casi dos veces su altura. Hay una discrepancia en nuestras mentes entre que tipo de actividad es apropiada para esa hora y clima. No sé, una aula con tiza, sillas y luz me parece buen lugar para una clase pero para ellos es mejor sitio para un aeropuerto de aviones de papel. Es difícil saber quien tiene la razón aquí--que se yo. (chiste)

Bueno. El miércoles pasado al fin de la hora, me perdí el “cool.” En una voz autoritaria pero desesperada también, les dirigí a regresar de la pizarra, la puerta, el closet, la juala del hámster y a sus asientos inmediatamente (!). Cuando se sentaron, me quedé parado como había perdido un partido de “sillas musicales” en frente de la clase, buscando palabras para castigarles o por lo menos expresar mi frustración. Estaba muy enojado y no pude pensar en español. Me miraban con vergüenza por haber comportado tan malo y todos, incluso a mi, nos quedábamos asombrados del volumen y autoridad de mi voz.

Hacía falta porque ese ruido no conviene al aprendizaje. Obviamente, es un lastima que necesitaba ocurrir pero resulta que se se encendió una bombillita en mi mente. ¡Se tiene que divertir! Sabemos que el idioma es un tema muy seco sin contextos y ejemplos. Por eso, mañana les vamos a mostrar algunas canciones, merengues de Juan Luis Guerra, para promover la idea que hay más que el lenguaje en la cultura. Tuve muy buena resulta con la pantalla de mi ordenador en una clase anterior. ¡Ahora veremos que tipo de éxito tendrán los parlantes!

Otra cosita: mañana no voy a “clase de español para los que no lo saben o que no lo saben bien.” Ni voy a la aula numero 208 para mantener el silencio y el bienestar de las cosas dentro de los pupitres de la clase de Sra. Benson. Me pueden encontrar en un lugar y tiempo muy sagrado donde se comparte y se experiencia la cultura hispana mañana--al rededor de mediodía, estaré en “Herencia.”

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